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Nuevo capítulo

Redención: El Juicio de los dioses

En un mundo donde la luz y la oscuridad luchan en un eterno balance, Elendil y Morwen, otrora guardianes de Mintroot y heraldos de los dioses de la luz, se enfrentan a su prueba más dura. Los dioses, desilusionados por las anteriores caídas de los héroes ante las sombras, los convocan a un juicio divino en la Corte Celestial. El Juicio Divino En un tribunal resplandeciente, rodeados por las entidades celestiales, Elendil y Morwen son despojados de sus poderes mágicos. Los dioses les dictan una sentencia severa pero justa: volver a sus orígenes, separados por vastas distancias, para enfrentar sus demonios internos sin ayuda divina. Esta separación no solo es física sino también mental, pues una bruma mágica de amnesia envuelve sus recuerdos compartidos, dejándolos aislados en su vulnerabilidad. La Maldición y la Caída Morwen regresa a su reino elfo, donde la enfermedad y el dolor comienzan a consumirla desde dentro. El dios de la enfermedad la ha tocado con su frío dedo, dejándola debil
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El Reencuentro Bajo la Luna Nueva"

Después de años de búsqueda infructuosa, un cansado Elendil regresaba a la Isla del Sol Eterno, el corazón pesado por la desesperanza. Las olas acariciaban suavemente la orilla mientras sus pasos lo llevaban, casi sin pensarlo, al hogar que una vez compartió con Morwen. El sol poniente teñía de oro y sangre el horizonte, reflejo del tormento en su alma. Al llegar, encontró una carta cuidadosamente sellada con el emblema de su amada, Morwen. Las palabras escritas con su elegante caligrafía eran un bálsamo y un puñal al mismo tiempo. Morwen había esperado, día tras día, la vuelta de su amado, pero el silencio y la ausencia habían sembrado la duda y el miedo en su corazón. Decidida a enfrentar su propio destino, había partido hacia la Isla de la Luna Nueva, un lugar de peregrinación y redención para los de su raza, buscando expiar la culpa de haber sucumbido a las sombras. Con la carta presionada contra su pecho, Elendil no perdió un instante. Guiado por la luz de la luna creciente, naveg

El origen de Ekrizdis

Cuando era un niño, Ekrizdis, vivía en la comunidad de los elfos dorados. Fue un elfo oscuro que lo salvaron al encontrarlo abandonado en un camino del bosque cuando tenía tan solo 2 años. Fue repudiado por su propia familia y pueblo en el momento de su exilio. No podían cargar con él y tenía mala salud y enfermaba con frecuencia.  Aunque tuvo una buena infancia con los elfos dorados y le dieron lo mejor en educación, cuidados y refinamientos; este nunca se sintió querido ni aceptado. Siempre le miraban mal por ser diferente, y hablaban rumores a sus espaldas. Ninguna familia quiso adoptarlo, quedó huérfano toda su vida, no solamente en su infancia. Quizás era verdad que nadie le quería, aunque lo aceptaban y lo toleraban. Pero esa sensación de pena y lástima hacia él lo llenaba aún más de ira y tristeza. Entonces empezó a dar problemas y a no socializar con la gente. Encerrándose en la ambición, la envidia y el odio por el mundo, pues sentía que este le había condenado a la margin

Los páramos helados del norte

Elendil partió de esa isla rodeada de muerte. Estaba convencido que encontraria a Morwen en las costas más próximas, en los Páramos Helados del Norte. ¿Dónde podría haber huido si no? Era la región más próxima, aunque también era quizás una de las más hostiles y mortales del continente de Mintroot. Aún así, se dirigió con determinación y esperanzas renovadas hacia el lugar más frío, agreste y aislado de ese mundo. En las gélidas tierras del extremo Norte del mundo conocido se alzaba un páramo helado, un reino de hielo y nieve tan vasto como implacable. En este desolado paisaje, donde el viento cortante susurraba antiguos secretos y el frío calaba hasta los huesos, se encuentraba la morada natural de Glacifus, el dios del frío y la escarcha. El hogar de Glacifus era una fortaleza de hielo eterno, erigida sobre las mismas entrañas de la tierra. Sus torres se alzaban majestuosas hacia el cielo grisáceo, mientras que sus paredes de hielo resplandecían con la luz pálida del sol que apenas s

El ritual oscuro que eclipsó el mundo en las tinieblas

Ekrizdis, el brujo oscuro, se encuentra en el centro de un ritual rodeado por los grandes señores oscuros: Mehr, Frem, Shefr, Rworn, Lurd y Bhurm. Cada uno de los dioses está representado por su poder distintivo. Mehr se manifiesta como una oscuridad absoluta que emana maldad. Frem proyecta un frío oscuro y mortal que envuelve la escena. Shefr irradia enfermedad y locura, corrompiendo todo a su paso. Rworn difunde una aura de corrupción y decadencia que contamina el entorno. Lurd materializa el polvo y la suciedad, envolviendo el lugar en un manto de desolación. Bhurm encarna el miedo, el terror, la traición y la mentira, generando una atmósfera de pavor y desconfianza. Ekrizdis canaliza la energía oscura de estos grandes señores en un poderoso ritual, preparándose para desatar un cataclismo sobre el mundo. En el corazón de un antiguo templo, Ekrizdis, el brujo oscuro, se alza sobre un altar de piedra. Su figura encorvada y vesti

Tras el rastro, bajo la muerte sombría

Elendil se encontraba en ese lugar extraño de una cultura ancestral, estrecha con la divinidad primigenia, que le era totalmente desconocido. Recorrió la gran sala, observando cada una de las puertas. Todas parecían iguales por fuera, pero cada una de ellas tenía una inscripción en formas geométricas incomprensibles en el marco superior. Otros símbolo parecía ocupar gran parte de las puertas. Cada uno de estos símbolos representaban un ser ancestral, con algún símbolo que marcaba su poder o habilidad. Por lo que Elendil sabía de los mitos del pasado primigenio, parecían representar los mismísimos dioses que participaron en la creación del mundo de hoy. Detrás de cada puerta se percibía una energía y una fuerza poderosa, de diferente naturaleza cada una. Existía un mundo completo detrás de cada puerta. Esos eran los mundos fraccionados. A Elendil le pareció oír la voz de Morwen llamándole. Se paró en una puerta en que entre las márgenes de la puerta de piedra se vislumbraba marcas enmoh

La Leyenda de Akin y Sariyah: Los Protectores de Samesh

En tiempos ancestrales, cuando el mundo aún se encontraba en su infancia y las tierras estaban impregnadas de magia salvaje y misteriosa, dos almas destinadas a encontrarse emergieron de entre las tribus de Mintroot. Akin, un guerrero chamán de la tribu de los Leones de la Selva, era un hombre de fuerza indomable y poderes espirituales inigualables. Conectado con los dioses y los espíritus de la naturaleza, caminaba en armonía con las bestias salvajes de la jungla y controlaba sus habilidades con una maestría sobrenatural. Su espíritu indomable y su aspecto formidable lo convertían en una figura temida y respetada en toda la región. Por otro lado, Sariyah, una guerrera valiente y astuta de la corte real del primer imperio del Desierto de las Dunas, Samesh, era una defensora apasionada de las antiguas creencias y tradiciones de su pueblo. Con su destreza en el combate y su gracia acrobática, se destacaba como una de las más fieras protectoras del reino. Su devoción por Solathar, el d

Cuando el futuro llega

Nuestros héroes, debido a que comieron el fruto de la eternidad, y vivieron inmortales durante milenios, apesadumbrados y con el corazón afligido y deteriorado por la sombra de años incontables de lucha y desatino contra el mal, la oscuridad y todas sus formas; siguen juntos en un futuro distante, donde la galaxia se encuentra sumida en la oscuridad y la guerra.  Nuestros héroes, Elendil y Morwen, se alzan como valientes defensores en un universo desgarrado por el conflicto y la corrupción. Elendil, ataviado con una imponente armadura de tropa espacial oscura, es un guerrero formidable que sirve en las filas de los Templarios Oscuros, una legendaria orden de caballeros que luchan incansablemente contra las fuerzas del Caos y la herejía. Su armadura, forjada con tecnología avanzada y oscuros rituales, resplandece con una oscura energía, mientras que su sable ancho de luz, una reliquia ancestral imbuida con el poder de la pureza y la justicia, corta el aire con un zumbido ominoso.